Me cautivó tu interior, tus idas y venidas, tus movimientos precisos, tus silencios, tu vorágine instantánea, esa suerte de monótona travesía de destinos calculados,... Mientras te pensaba supe que te irías rápido, como llegaste, casi sin avisar. Así que corrí y corrí, pero para cuando pude alcanzarte y sin que pudiera decir palabra alguna, cerraste tus puertas con estrépito ante mis narices.
Desolado, no sé si podré soportar la desazón de una nueva espera.
Interior del metro de París.
No hay comentarios:
Publicar un comentario