A mitad de camino, no sé si hago mejor en subir o en bajar. Me asusta tanto lo que conozco como lo que me queda por conocer. Veo tantas luces como sombras y su equisdistancia me impide decidir. Si te asomaras por uno de los extremos, entonces mi decisión tendría un sentido. Para tí o para mí. Pero no puedo prometerte nada.
Huí despaborido y no paré hasta que me flaquearon las fuerzas, y por segunda vez me sentí perdido por completo. Miré a mi alrededor y un pálpito me hizo dar el primer paso. Sabía que mis pasos me traerían al sur.
Me gusta nadar en la inocencia de mi propia mirada y, a veces, también en la del que me mira.
Después de mucha búsqueda, la encontré.
Querría vivir en un mundo sin aristas donde el sueño no despierte a una realidad de sombras.
Mientras me calzo las mullidas zapatillas de casa tengo la sensación cada vez más cierta de que ando descalzo por la vida.
Sólo viéndote desde arriba tu sencillez empieza a ser creíble.
Lo tengo claro.
No sé hacia dónde voy y sólo sé lo que no quiero.
Después de tantos años me cuesta llevar encima este peso. Tal y como te lo cuento, de verdad. Pero no me vas a creer: más me cuesta imaginarme sin él.
Por más que lo pienso, existo.
Suave, la brisa acaricia su pelo mientras con respeto mira al mar con ojos de gato azul.
Las colonias de abejas pueden llegar a contener hasta 80.000 individuos. Está constituida por tres castas: las obreras, los zánganos y la abeja reina. Las abejas que se ven comúnmente son las obreras, que también constituye la parte más numerosa de la colonia. De este modo...
De manera imprecisa nos movimos rápidamente al vernos sorprendidos por algo tan natural como el agua.
Subir es complicado, pero denota valentía, arrojo, atrevimiento, superación, ambición.
Todavía resuena en mi cabeza el eco de tu última llamada, fría, como las manos que ya no te esperan.
Ya ha amanecido.
Poderosas fuerzas separan el mundo que soñé de la mirada actual con la que observo este muro.
Frágil, navego por el mar de tus sentimientos sin anclas que levar.
En ocasiones, las cremalleras se atascan en el momento más inoportuno.
Si alguien encuentra mis gafas, por favor, que me las haga llegar. Gracias.
SMS. Soledad, maldita soledad.
Sobrevolando el presente trato de poner las miras en un futuro que desde aquí se me antoja incierto.
Las letras me escucharon entrar en la habitación y, con astuta rapidez, se subieron al teclado colocándose rápida y ordenadamente en su sitio, como si nada hubiese ocurrido.
Te complicas cada vez que no eliges el camino más fácil, pero yo, a pesar de todo, sigo atraído por tus pasos.
Detrás de los cristales se esconden mundos muy desconocidos, al menos para tí.
Mar y Cielo son buenas amigas desde la infancia, visten parecido y siempre van juntas. Han quedado para esta noche con Luna, amiga de ambas, a quien esperan.
Otro día amaneció sin permiso y, en señal de repulsa, no protesté. Pero no hay color.
Cerró la puerta sin hacer ruido y sin mirar atrás.
Puesta de sol tricolor, llena de ausencias, como la tuya.
Indiscreta, tu mirada se pasea por las rendijas de la puerta de mi alma.
Hemos llegado bien. Aún sin casa hasta que encontremos trabajo. Mientras, nos las vamos apañando. Aquí las personas deben ser muy tímidas porque ni siquiera nos miran ni nos hablan. Tampoco nos sonríen, como tenemos costumbre nosotros. Claro que el idioma nos limita mucho. En cuanto tengamos algo os enviamos ayuda. La mirada blanca de los niños es lo más parecido a nosotros que hemos encontrado y nos da fuerza y ánimo. Besos para todos. Os queremos.
Hoy no me siento libre.
Desde lo alto, sin perder la compostura, te vigilan.
Espero, con la misma ilusión de siempre.
Del cielo a París, en bajo coste.
|
