
Poco a poco las paredes conforman lo que será nuestro hogar, el lugar donde mejor nos sentimos y donde nos resguardamos de los peligros propios de la sociedad que conformamos entre todos y que, en realidad, no es otra cosa que una proyección general de nosotros mismos y de nuestros miedos y amenazas, magnificados.
Así que al final vamos solos a la boca del lobo.
Lo que menos se imagina uno.
Fachada de una casa del barrio del Borne, Barcelona.
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